domingo, 2 de noviembre de 2014

Lotería de Navidad: El «gordo» más «feo» de Sevilla que repartió «El Triste»

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El azar tiene el poder de volver «atractivos» los números aparentemente «feos» o «raros» de la Lotería de Navidad. Desde el mes de julio, cuando los primeros décimos del Sorteo de Navidad de la Lotería Nacional llegan a las administraciones, los fieles jugadores los eligen por que les evoque a una fecha concreta que para ellos es o fue especial; algunos continúan con el que por tradición ha jugado la familia y otros, simplemente, se deciden por el número que relacionan con la suerte: el 15, el 7, el 23… Suelen ser los llamados números «bonitos». Sin más ciencia.
El comprador habitual de Lotería de Navidad, cuando llega a una administración, un bar o una tienda que disponga de décimos, o acude a la lotera de toda la vida afincada en una de esas esquinas transitadísimas de la ciudad, en la mayoría de los casos, si le ofrecen, por ejemplo, el 00675, lo rechazará. Pocos serán los que den sus «cuartos» por este «feo» número. Esto mismo ocurrió en 1962. Y es que, quién iba a pensar que el 00675 sería el agraciado ese año con el «gordo» en Sevilla. Casi nadie, seguro. Y si no, que se lo hubieran dicho a José Egea Rubio, conocido por aquellos entonces en Sevilla como «El Triste» . Le costó la misma vida vender el «raro» del «gordo».
José, natural de Serón (Almería), se trasladó a la capital hispalense en 1922 cuando sólo tenía 24 años para trabajar como peón. Veinte años más tarde, después de dispensar frutas y verduras por los cortijos y ventas de Sevilla, comenzó a vender Lotería. El 15 de diciembre de 1962 la fortuna quiso que José retirara de la Administración número 8 de la calle Santa Ana, cerca de la Alameda de Hércules, el 00675, tal y como aseguraron para las crónicas de la fecha los hermanos Adela y José Sánchez Parejo, regentes del negocio. El 22 de diciembre de ese año el «transistor» era el encargado de anunciar la buena nueva: «Treinta millones de pesetas se van para Sevilla».
Localizado el vendedor, en su modesta casa de Torreblanca, «El Triste» hacía gala de su seriedad… «Estoy algo cansado. Vengo de recorrer los lugares donde vendí los décimos premiados. Abrazos, apretones de manos, copas de vino. ¡Uf, horrible!». Pero su cansancio ya venía de antes… José sufrió para poder vender el «numerito». «Nadie quería el número. Por ello, hube de entrar en parte para venderlos. Yo decía: “Compre usted el décimo y me quedo con cien pesetas”. Aceptaban. A otros les rebajaba la cantidad, y así pude despedirme de ellos la noche antes del sorteo», afirmaba José.
Y ¿de dónde viene eso de «El Triste»? Cuando vendía frutas, una mujer de Valdezorras acumuló una deuda bastante graciosa con José. Ella seguía comprando y José seguía fiando. Viendo que la señora no pagaba, cada vez se presentaba ante ella con un semblante más serio, hasta que un buen día la señora le dijo: «No se ponga triste, hombre; hay que ver lo triste que está usted». Y desde entonces se le conoció con ese apodo.
Pero «El Triste» repartió alegría. Concretamente por las zonas que, por aquel entonces, se conocían por periféricas: San Jerónimo, Pino Montano o Torreblanca. Una carbonera de la avenida de Miraflores, las vecinas de una casa de la calle Quiroga, trabajadores de un bar del barrio de Los Carteros, todos ellos vitoreaban: «¡Viva El Triste!», que con sus décimos y participaciones había conseguido que muchos huecos se taparan, muchas deudas quedaran saldadas y muchos niños recibieran juguetes ese año de parte de los Reyes Magos. El «numerito» también llegó a La Rinconada, a Gines y a Portugal. El empeño de «El Triste» por vender todos sus boletos hizo que la Navidad de 1962 fuese algo más llevadera para muchas familias humildes de la ciudad.

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